Esta noche, tan temprano... y tan tarde.
Despertóse ya mi ser, pues no podía descansar.
Y éste pensaba, arrinconado... sólo en vuestra felicidad.
Pensando en que temía veros y sí lo teme, de verdad.
Estaba pensando incluso en hechos distintos a esta realidad,
En largos sueños anteriores que impulsaban el perderos.
Mas vuestro rostro en aquel lugar aparecía sin parar.
Así pudiese... oír mi dolor, sin respirar... sin reteneros.
¿Pero es que acaso ha de lamentarse?
¿Si sabe esto ha sido para mejor?
Diferentes caminos pudieron llevarse.
Sin importar en sueños piense es un error.
Ha de seguir agradeciendo al detalle.
Y ha de continuar viviendo el dolor.
Dolor de recuerdos en él proyectados.
Dolor de un destino que él siempre omitió.
Despertóse aquí alejado; despertóse aquí solo.
Y vio a lo lejos, extendida, vuestra mano,
Arrastraba ésta, un manto de oro,
Uno lleno prejuicios, de un hombre que estaba sano.
Esas no fueron ideas: eran errores y falsedades.
Que, de alguna manera, optó en creer como ejercicio.
Y solo, alejóse, allí tranquilo, sin maldades.
"Que su verdad sea la fe de vuestro juicio".
Una emoción, una sonrisa, deseaba tanto nuevamente,
Cual explosión de libertad, que figuraba allí presente.
Y esta noche os ha llorado.
Y esta noche os ha pensado.
Y diga usted..
¿Es feliz? No estuve feliz.
No deseo más, sólo es sufrir.
Gracias le digo, ¡te digo!... por haber sido así.
Hoy lloró mi ser, lloró, y fue por tí.
-
Por fin, he podido llorar de nuevo.