Creció profundo, descolgado, irritante.
Frustróse por el culto, saliendo de palabra.
Verde y lívido, me tomó agreste.
Con mentiras,
que a lo lejos,
se perdieron en una senda...
Trató callado; luchó a truncarse.
Vivió del esfuerzo en sus ojos sostenido.
Rojo y arisco, me perdió en un atisbo.
Con mentiras,
que a lo lejos,
se perdieron en una senda...
Murió apagado, inconcluso, sin palabras.
Expió su sangre, vendiendo su cordura.
Negro e invisible, exhaló su condena.
Por mentiras,
que tan cerca,
te ciñeron a tu destino.
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El tiempo no va a cambiar una jovialidad agotada.
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El tiempo no va a cambiar una jovialidad agotada.